Op. Ardire – carta de Peppe desde la carcel de Alessandria Bajo un cielo de barrotes “Todos y todas estamos encarcelados, ya que una sociedad que tiene necesidad de la carcel, para recluir y excluir, es ella misma una carcel. Pero nunca será encarcelable la alegría del sueño de la libertad de los patrones y de sus carceles, la alegría de una solidaridad en lucha ” Marco Camenisch Se dice que un tonto, en lugar de mirar a la luna, se detenga a mirar el dedo que apunta a la misma. Sin embargo, sin querer justificar un tonto o reputarme tal, creo que es difícil mirar hacia el cielo cuando este se cubre más y más de barrotes. Decir esto puede parecer obvio visto que la luna, desde donde estoy ahora, solo la puedo imaginar, pero las barras de las que hablo no sólo caracterizan la prisión, sino son una parte integral, en diversas formas, del entero dominante que amorba el existente. Una vez traspasado el velo que para alguno era de Maya, el límite entre la asi llamada realidad social y la prisión se disuelve revelando la verdadera naturaleza del contexto en el que, más o menos voluntariamente de acuerdo al nivel de la conciencia individual, se vive. Durante los casi tres meses de cautiverio, transcurridos por cincuenta días en aislamiento, muchas analogias entre la sociedad y la prisión me han aparecido todavìa incluso mas nítidas. Para empezar, es fácil ver la correspondencia entre el control constante operarado desde el dominio y reservado a sus enemigos en el interior de la sociedad, o a categorías enteras de personas, y aquello manifiestamente destinado a los presos dentro de las cárceles. Por un lado, persegir a las personas, escuchas telefonicas y sistemas tecnologícos de vigilancia, por otro lado, la limitación física de la “libertad” concretizada por la carcel, guardias y analogos instrumentos de control. Procesos y técnicas de despersonalización con el apoyo de estrategias específicas y probadas con la presencia de sustancias listas para el uso, miradas al aniquilamiento selectivo de la persona existen tanto “dentro” cuanto “fuera”. El peligro de convertirse en esclavos de la omologacion democrática hace el palo con aquello (expresion para decir que se complementan, n.d.t.), para el detenido, de reducirse de la misma manera a un número. Tanto la prisión como la sociedad se fundan sobre la creación y el consolidamento de roles y jerarquías, así como de la necesidad de expropiar a la persona de cual quier autonomía. Terminado por sucumbir a todo eso, muchas veces sin ni siquiera una mencionada resistencia, la mayoría de los seres humanos, recorriendo a ciclos continuos de delegas, ha renunciado a cual quier influencia directa sobre como conducir la propia vida. No es casualidad que propio el delegar, en la cárcel, es la única manera, a querer seguir la norma, para hacer cualquier reclamación, incluso la más trivial, para que el prisionero puede sentir claramente la pérdida de cualquier posible autodeterminación. No encuentro diferencias significativas incluso entre la seguridad obsesionada metabolizada por el ciudadano, tal vez espectador euforico (o aspirante concurrente competidor) del espectáculo mediático centrado sobre mirar en televisivos orificios de las cerraduras, a aquella inherente al funcionamento de la prisión (cualquier riferimento a registros corporales, a otras prácticas degradantes y a las mirillas colocadas en los baños no es absolutamente casual). Además, queriendo disipar cualquier “prisionerismo”, decepcionando a aquellos que todavía creen en el binomio detenido-rebelión, pienso que dinámicas de servidumbre voluntaria caracterizan tanto la masa de los “libres” cuanto aquella de los prisioneros. Los primeros, cada vez más subordinados a todas las manifestaciones del poder, terminan por convertirse en gendarmes de si mismos y delatores de la conducta de los demás; los segundos, a veces, ni siquiera sienten la necesidad de meter en cuestion la prisión a la que son costrectos, y si tienen la oportunidad, pasa tambien que algunos se combiertan en colaboradores de sus mismos torturadores. Las ciudades, así como las prisiones, aunque teatros de fuertes contradicciones, están impregnados de una sumisión cada vez más arraigada y los individuos, prisioneros o no, en conflicto con el existente son una minoría combativa y consciente del real estado de las cosas. El gris de los muros tiene el mismo tono de los edificios de la ciudad, son estos de hecho, a ser convertidos en prisiones siempre más seguras. Lager para “extranjeros” y manicomios, además de los ordinarios centros de detención existen gracias a la simbiosis con los modelos de vida destinadas a mantener el status quo. Propio en estos momentos en que la eficiencia y la funcionalidad parecen haberse convertido en las actuales condiciones de prisionia generalizada, la reapropiación de sí mismos y el redescubrimiento de su irreductible individualidad se convierten en la génesis de la insubordinación. Tener en nuestros corazones el deseo que este mundo se derrumbe una vez por todas es la utopía que impulsa a tantos individuos y grupos, conscientes de que cada aspecto del existente es atacable, a concretizar la acción anarquista multiforme. Sólo de este modo también la solidaridad se convierte en sinónimo de acción directa, evitando el riesgo de quedarse reducida a una palabra como tantas otras. En este sentido, quiero concluir con mi pensamiento directo al compañero mexicano anarquista Mario López, quien resultó gravemente herido durante un ataque a las estructuras, que recientemente declaró que “la solidaridad es nuestra mejor arma” Son los ataques anarquistas, que impredecibles se suceden día tra otro en todo el mundo, a dar confirmación a sus palabras y a inflamar los corazones de las presas y los presos anarquistas. Mando un cordial saludo a los prisioneros miembros de las CCF procesados por el “caso Halandri” y mi solidaridad a los investigados y investigadas por la “operacion mangiafuoco”. Desde la seccion de alta vigilancia del carcere dieAlessandria, agosto 2012 Giuseppe Lo Turco individualidad anarquista prisionera para escribirle: Giuseppe Lo Turco Carcere San Michele strada Casale 50/A 15122 Alessandria http://www.informa-azione.info/op_ardire_lettera_di_peppe_dal_carcere_di_alessandria