«Volvieron las marchas de los días miércoles»
Pero antes de lograr marchar, llegó la policía a controlar nuestras identidades, ejerciendo su puta rutina de autoridad sobre quienes quisieron manifestarse en solidaridad con lxs compañerxs secuestradxs por el estado. Cuando somos pocxs, más se notan ellxs. Pidieron que se tuviera una autorización para movilizarnos y formaron cadenas humanas para impedir el libre tránsito. Hubo luego una pausa, un tira y afloja en el que nadie se movía: de un lado nuestras convicciones, del otro, los pacos y sus sin razones. La orden era reprimir la marcha y las ordenes son ejecutadas. Frente a la insistencia del pequeño grupo de solidarixs, la burocrática exigencia de autorización para marchar se volvía insignificante y pronto le torciamos la mano a la robótica policial.
Marchamos, aún cuando sus cámaras nos apuntaban. A estas alturas, quienes nos vigilan, deberían saber que hay cosas más grandes que el miedo que pretenden imponer, tan desconocidas para ellxs como la rebeldía y la solidaridad. Quizás no saben que hay quienestenemos sangre en las venas.
Se podrían haber subido más imágenes, pero tanta policía había en ellas, que no hemos querido hacer una apología a la medrosa institución de carabineros, que justo hoy cumple 85 años fabricando esbirros del poder.
«Siempre vieron al pueblo
como un montón de espaldas que corrían para allá
como un campo para dejar caer con odio los garrotes.
como un montón de espaldas que corrían para allá
como un campo para dejar caer con odio los garrotes.
Siempre vieron al pueblo como el ojo de afinar la puntería
y entre el pueblo y el ojo
la mira de la pistola o el fusil.
(Un día ellos también fueron pueblo
pero con la excusa del hambre y del desempleo
aceptaron un arma
un garrote y un sueldo mensual
para defender a los hambreados y a los desempleadores.)
Siempre vieron al pueblo aguantando
sudando
vociferando
levantando carteles
levantando puños
y cuando más diciéndoles:
“Chuchos hijos de puta el día les va a llegar”.
(Y cada día que pasaba
ellos creían que habían hecho el gran negocio
al traicionar al pueblo del que nacieron:
“El pueblo es un montón de débiles y pendejos —pensaban—
qué bien hicimos al pasarnos del lado de los vivos y de los fuertes”.)
(…)(Los coroneles los acababan de convencer:
“Eso muchacos —les decían—
duro y a la cabeza con los civiles
fuego con el populacho
ustedes también son pilares uniformados de la Nación
sacerdotes de primera fila
en el culto a la bandera el escudo el himno los próceres
la democracia representativa el partido oficial y el mundo libre
cuyos sacrificios no olvidará la gente decente de este país aunque
por hoy no les podamos subir el sueldo
como desde luego es nuestro deseo”.)»
“Eso muchacos —les decían—
duro y a la cabeza con los civiles
fuego con el populacho
ustedes también son pilares uniformados de la Nación
sacerdotes de primera fila
en el culto a la bandera el escudo el himno los próceres
la democracia representativa el partido oficial y el mundo libre
cuyos sacrificios no olvidará la gente decente de este país aunque
por hoy no les podamos subir el sueldo
como desde luego es nuestro deseo”.)»
– «Los policías y los guardias«, de Roque Dalton
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