Esta tarde más de 500 habitantes de la provincia de Atenas Ática incendiaron una parte de los peajes de Malakasa, en las afueras de Atenas. Estos son los primeros de los innumerables puestos de peaje ubicados en la carretera entre Atenas y Tesalónica. El incendiado de estos peajes viene unos días después de los nuevos aumentos en la tarifa de muchos peajes en las dos carreteras nacionales que salen de Atenas hacia el norte de Grecia y el Peloponeso, así como de la instalación de más puestos en estas dos carreteras.
Antes de quemar los peajes, los manifestantes sacaron de ellos a una empleada que se encontraba dentro de un pabellón (caseta) que unos minutos más tarde iba a destruirse. Después de incendiar una buena parte de este peaje, los manifestantes, gritando lemas contra el gobierno y su política, se dirigieron a los próximos peajes de la misma carretera, en la aldea de Afidnes, donde procedieron a otra acción, levantando las barras y dejando pasar los coches sin pagar durante más de media hora (fotos: 1, 2).
La situación con los innumerables peajes en las autopistas, autovías e incluso en las malísimas carreteras nacionales es incalificable. El Régimen ha entregado las carreteras a una chusma de contratistas depredadores, cambiando la legislación y convirtiendo la falta de pago del peaje y cualquier concentración de protesta en sus proximidades en delitos del código penal. Estos depredadores pues, gozando del respaldo del Estado se portan como unos déspotas, instalando peajes cada 20 kilómetros, aumentando su tarifa cuando les da la gana, y contratando hasta a los policías para que detengan enseguida a los que no paguen los peajes por cuya explotación se han forrado.
Esta acción de los habitantes del Ática constituye una acción de contraviolencia contra la violencia que el Estado y el Capital ejercen diariamente, chupándole la sangre al pueblo griego y conduciendo sin escrúpulos a miles de personas a la indigencia. Esta acción del incendiado de los peajes en las afueras de Atenas es una acción de dignidad, la cual, sin embargo, tiene que ser sucedida por otras acciones de contraviolencia directas semejantes, bien organizadas y coordinadas.