Arder o quemar
Hace ya tiempo que transitamos por el capítulo de la «derrota», por el camino de la apatía, con el perfeccionamiento del régimen, luego de que las transiciones democráticas acabasen de matar la resistencia activa y la lucha sin conseciones, contando que el enemigo se volvió más difuso para unos, otros se vistieron con sus ropas y una gran masa que quizás no sabe como escapar a las garras de la impotencia, del miedo opta por mantener la vista perdida hacia quién sabe dónde.
{Arder}
Hace un par de años que vengo dando vueltas al tema de los suicidios de personas que están a punto de ser desahuciadas, y en especial me viene a la mente el caso de un hombre de 45 años que hace 2 años se colgó en el parque frente al piso de protección oficial propiedad de ADIGSA que okupaba junto a su familia desde hacía 9 meses en el barrio del Gornal en Hospitalet de Llobregat, Barcelona, cuando estaba a punto de ser desalojado (como muchas otras familias en el barrio). Los desahucios han continuado y, aunque la autodefensa vecinal a aumentado, los suicidios también. Unos con más eco mediático que otros.
Pensaba en el encierro y en la automutilación. Cuando estamos tras las rejas lo único que tenemos es nuestro cuerpo. No podemos defendernos, no podemos atacar a quien nos hace daño y muchas veces en la desesperación —humanas y animales— nos hacemos daño a nosotras mismas.
{Quemar}
Hace poco otras dos noticias llegaban a mis oídos, en Valencia un hombre de unos 50 años asaltó una sucursal bancaria armado «con una maza de obra de grandes dimensiones» y, al grito de que los bancos le habían arruinado la vida, destrozó a golpes el cajero exterior, la puerta y varios cristales y muebles del interior, para luego arremeter contra los dos policías que intentaban detenerle, hiriéndoles incluso. Algo similar ocurrió hace unos días en la localidad burgalesa de Sotopalacios: un hombre de 62 años que, harto y cansado de las columpiadas de los bancos, decidió prenderle fuego a una sucursal de la entidad Caja de Burgos-Caixabanc. Se dirigió al banco, tranquilamente hizo salir a los empleados, roció el local con 20 litros de gasolina, le pegó fuego y se marchó a casa.
¿Qué pasa cuando dejamos de arder y comenzamos a quemar? ¿Qué pasa cuando, una vez conscientes de quienes son los responsables de nuestras miseras
situaciones de subsistencia y de quienes los defienden pasamos al ataque? Una especie de alquimia es capaz de transformar la impotencia y la resignación en odio y acción.