Diario carcelario de Tasos Theofilou (Grecia)
Continuamos presentando los textos del preso anarquista Tasos Theofilou. La parte anterior del diario lo pueden encontrar aquí: http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=4901
17/09/2012
Horas y horas enteras paso no pudiendo creer que estoy aquí. No me entra en la cabeza lo que está pasando. Y no estoy hablando sólo de mi caso. Digo sobre la cárcel en general. Sea lo que sea. Me recuerdo como, hace unos pocos días, estaba en el único punto del ala desde donde puedes ver un poco de afuera. Lo que ves es un pequeño trozo de montaña desnuda. Me siento y estoy mirando. Un niño me ve. Una fisiognomía lombrosiana (1). Me dice: “Es temprano aún”. Lo que quiere decir es que aquel punto es destinado para las grandes desesperaciones y que es todavía temprano para que me desespere. Me pregunto si, acaso, esos pocos metros que te permiten ver “fuera” se deben a un error cometido por el arquitecto o más bien son las últimas gotas del compasión que éste último poseía. Si esto segundo es el caso, sí que hay esperanza para la humanidad. Imagínese si lo hiciese a propósito, diciendo: “Si les dejo ese pequeño agujero para que vean, nadie sabrá que yo lo hiciera…”
Lo difícil en una cárcel no es ni la restricción del espacio ni la convivencia obligatoria. Lo difícil es que cada segundo tienes que luchar contigo mismo para que estas condiciones no te alteren, no te estropeen.
21/09/2012
El encierro es una especie de la moderna iniciación a diferentes etapas, a diferentes fases. De la diabólica semana del interrogatorio al “alivio” de la entrada en prisión preventiva. De la inseguridad de ser procesado a la certeza de la condena. De la esperanza por el tribunal de apelación a la espera por la primer salida del permiso. Y la etapa superior es el traslado a una cárcel rural. ¡De nuevo casi ciudadano! Un rito de pasaje que dura años enteros a lo largo de cuales el individuo resulta iniciado en una esencia del crimen aún más profunda. Se le revela el “misterio” de la indivisible relación que tiene el crimen con la sociedad del Capital.
22/09/2012
En la cárcel existen analfabetas. Analfabetas griegos. ¡Oh dios mío!
23/09/2012
Creo que a algunos de los que están aquí no les encarcelaron para castigarles ni para corregirles. Creo que les metieron en la cárcel para esconderles. Algunas veces me siento como si fuera en el programa de Anita Pania(2). Cuando lo pienso sí que parece bastante gracioso.
24/09/2012
Mirando las fachas que hay por aquí te estás preguntando si al fin y al cabo el Lombroso tenía razón o si en los últimos dos siglos las escuelas de jueces no habían renovando siquiera a su bibliografía. Considero bien fundada la sospecha que tengo que las sentencias están muy influidas por las características faciales de los acusados.
28/09/2012
Apenas acabé de leer “Recuerdos de la casa de los muertos” del Dostoievski. En general, lo encuentro todavía difícil concentrarme en la lectura, ya que la mayor parte del tiempo que tengo tranquilidad prefiero dedicarme a escribir. Mientras que estoy aún “fresco” aquí y todo me hace impresión, intento ponerlo en papel. Por tanto, ha durado algunas semanas hasta que terminé leerlo.
Es interesante que, si excluimos las incomparablemente miserables condiciones en que vivió el escritor, existe un núcleo que aún hoy en día sigue siendo intacto. Sobre todo en lo que se refiere a las descripciones de los personajes. Dostoievski no está penetrando en el “alma rusa” sino en el alma del subproletariado que, casi dos siglos más tarde y a miles de kilómetros de distancia, sigue siendo lo mismo.
29/09/2012
Los presos, nos hemos reunimos en el vestíbulo del planta baja para hablar sobre la inminente huelga de hambre. Echo un vistazo a mi alrededor. ¡Oh, Dios mío!, pienso. ¿Qué hago yo aquí? ¿El arte imita la vida o la vida imita el arte? ¿Acaso me encuentro en una representación de una representación cinematográfica o en el original del Platón?
¡Unos sesenta tipos peludos, altos y pesados, están sentados en cuclillas como si fueran intentando cagar en el váter turco y, cubiertos de tatuajes carcelarios, están jugando cada uno con su komboloi! Desnudos por arriba, con cadenas de oro y chanclas. “¡Oh, Dios mío!”, pienso de nuevo.
04/10/2012
Hoy voy a escribir sobre ciertos aspectos técnicos de la cárcel. Yo mismo siempre tuve dudas sobre algunas de estas cosas y a pesar de que había conocido varias personas que les tocó saberlo de la primera mano, nunca me dieron explicaciones suficientes ni descripciones satisfactorias. Por lo tanto, voy a intentar hacerlo ahora, ya que el Estado me ofreció esta oportunidad y eso para aclarar también las dudas que tienen ustedes sin que tendrán que venir hasta acá…Por cierto, la única experiencia de las cárceles que tengo por el momento es esta de mi ala, ya que estoy acá ni siquiera dos meses…
Pues, mi ala, como todos los demás acá, tiene dos plantas. Es decir la planta baja y la primera. En la planta baja se encuentra el “puesto de guardia”, es decir un toldo con ventanas oscurecidas y antibalas y rejas, adonde te diriges si quieres algo de parte del servicio penitenciario o si este servicio quiere algo de ti. En tal caso te llaman antes por los megáfonos. Vas allí, tocas el vidrio que tiene la ventanita y lo abren. Dentro están dos guardias, uno de ellos es responsable por el ala B1, el otro del nuestro. Nuestro ala, el E1, comparte con el B1 el mismo puesto puesto de guardia, pero ellos tocan el vidrio del otro lado. Si ocurre que las dos ventanas estén abiertas a la vez, nuestro ala puede tener contacto visual y acústico con el otro. Un otro modo de comunicación directa es escalar sobre las canastas de baloncesto en el patio y mirar por encima del muro que separa estos dos alas. Por dentro, el puesto de guardia es como cabina del piloto. Está oscuro y frente suyo tienen pantallas que nos vigilan. Por todas partes, aparte del interior de las celdas, hay cámaras.
En la planta baja, pues, está también el gimnasio. Es como la sala de múltiple uso que teníamos en la escuela. En lo general, hay muchas cosas en la arquitectura carcelaria que recuerdan a la escuela. Y también en la psicología de la cárcel. A mi personalmente, la escuela no me gustó para nada. Aquí mismo no he sentido tanta melancolía como la sentí en la escuela. Los padres mandan sus hijos por la fuerza a la escuela, a doce años enteros y se imaginan la cárcel como una pesadilla total…¡Qué extrañas son las cosas! Lo que quiero decir no es que la cárcel es buena. Quiero decir que es igualmente fea como la escuela y que cumple, o por lo menos intenta cumplir, el mismo papel social. Iniciar el individuo en jerarquía, en disciplina, en antagonismo despiadado, en “cada uno por lo suyo”, en ausencia de cualquier pensamiento creativo o crítico y en astucia.
Por tanto, la sala de múltiple uso se ha trasformado, gracias a la creatividad de los presos, en un gimnasio. Hay un saco de boxeo y una mesa de ping-pong, los cuales no sé si fueron comparadas con el dinero de presos o por los servicios penitenciarios. De todos modos, los pesos los hicieron los presos. Acoplaron botellas de plástico llenas de sal gorda a una madera de escoba. Según el peso deseado se pone más botellas. Envolvieron las botellas con una tela negra y todo se muestra bien prolijo. Hay también una barra fija. Es decir una tubería soldada no muy bien, con una soldadura eléctrica de mala calidad, en una esquina. Para agarrarlo necesitas subir a una silla. Hay también mantas que están dobladas muchas veces y se utilizan como colchonetas para ejercicios en el suelo.
En la planta baja hay también el patio sobre el cual ya he hablado antes. Este patio es un poco peor que aquel de la escuela, ya que la altura del muro que lo rodea te priva de cualquier posibilidad de ver el mundo que hay fuera. Nos echaron desde arriba un mendrugo del cielo y nos dejaron plantados en medio de la nada. Por encima y a lo largo de los muros están aquellas alambres espiral como en las películas. Es decir, sales para dar una vuelta por el patio, así para recrearse y se te aprieta el corazón. El patio es muy pequeño. Como la cancha de baloncesto. Por las tardes están jugando en el patio cinco contra cinco. Es divertido mirarles. Todas esas fachas brutas de Rusos del Ponto se suavizan en cierto modo mientras están jugando.
El patio es hormigón puro y duro. No hay ni tierra ni un arbolito, aunque sea pintado. Es una cosa gris y dura. Como toda la cárcel. Yo personalmente, para ponerme las pilas estoy duchándome varias veces al día. No por la suciedad. Algo me ha pasado y al contrario con como fui mientras “fuera”, no hay nada que me da asco. Me estoy bañando frecuentemente para sentir algo físico sobre mi cuerpo. Supongo que la ausencia de tierra y cualquier naturaleza no tiene que ver con algo sádico. Se trata de la consecuencia de satisfacer la demanda por transparencia. En la tierra o en las arboles podrías esconder una y otra cosa. La cárcel, así como siempre ha sido, sigue siendo la mierda de la organización social del Capital elevada a la potencia de esta última. Puede ser utilizada como lupa de algunos funcionamientos sociales. Con el objetivo de que haya organización, orden, disciplina y control, para que el Capital pueda circular entre nosotros más tranquilo, seguro e imperturbable, la clase que lo tiene en sus manos y lo maneja ya ha aniquilado o tiende a aniquilar a todo lo vivo de las ciudades y de los espacios de reunión.
Vale, voy a hablar sobre el interior. La planta baja y la primera, si excluimos el “puesto de guardia”, el gimnasio y el patio, son totalmente iguales. Se trata de un vestíbulo ocho por tres metros que se extiende a un pasillo 8 metros largos y de 1 metro de anchura (sí, eso es todo). Las celdas empiezan de un lado del vestíbulo y luego por el pasillo siguen de ambos lados. Es decir, tres celdas salen al vestíbulo y las demás al pasillo. Tengo que subrayar que yo soy el único que usa el término “vestíbulo” y eso, naturalmente, como una broma, ya que me parecen graciosos unos contrastes parecidos. Por lo tanto, en el vestíbulo hay una nevera, un congelador y una maquina que suministra agua fría y cuyo uso ha sido prohibido en Grecia hace 10 años, pero puede ser que las noticias tardaron de llegar hasta acá. Hay también un hornito, una cocina de dos fogones medianos y 4 fregadores como estos que hay en los restaurantes. Además dos mugrientos bancos. El equipo—dado el hecho que hablamos sobre una cárcel y no un youth hostel—está muy satisfactorio para treinta personas que hay en la planta. En el medio del vestíbulo pusieron una mesa de plástico (como en terraza) rodeada de cuatro sillas de una estética parecida y en las cuales los presos se sientan todo el día jugando biriba (3). Biriba está muy de moda por acá. Yo no puedo aprenderlo. O quizás no quiero. Tal vez lo considero un maleficio. ¿Quién sabe? En otras cárceles están jugando domino.
Las celdas son amplias y cada una tiene un váter e incluso ¡un baño! Y ese, desde luego, con porta. No todas las prisiones son así. Hay algunos que no tienen váter en la celda y si tienes ganas de mear cuando la cárcel está ya “cerrada”, pues, has cagado…Además, al contrario que en otras cárceles donde las celdas son de 4 literas, la de aquí tiene 3 literas por celda. Digas lo que digas, se trata de una especie de lujo.
Cada mañana un poco antes de las ocho entran los “empleados” y nos pegan una paliza. Estoy bromeando. Cada mañana, entran los “empleados” para contarnos. Se están asegurando que por la noche nadie había cortado las rejas para luego quedar atrapado en el patio o en la zona muerta, porque ¿dónde más vas a llegar? A las ocho, después de terminar el recuento, las puertas se abren electrónicamente. Las puertas son muy pesadas. Tienes que empujar con toda tu fuerza para abrirles. A las ocho de la tarde, vienen otra vez con un martillo de goma y mientras hacer recuento golpean las rejas de las ventanas para asegurarse que no las hemos cortado durante el día. Todas las tardes este ruido de martillo de goma nos avisa que cerramos. Un poco antes lo han anunciado por el megáfono, pero una u otra vez se tardan. Este ruido tiene más credibilidad. Para ser exacto es más pavloviano (4).
El mismo procedimiento ocurre, aunque está vez de manera más provisional, por el mediodía, cuando nos “cierran” por más o menos una hora. Entonces, no golpean las rejas y el recuento se hace con poco cuidado. Apenas cerramos, sea por el medio día o por la noche, los “camareros” nos traen bandejas con la comida, la cual, si no tienes ganas de imaginarte con cuántas cucarachas dentro ha sido preparada y tampoco quieres pensar quiénes han sido los que la hicieron, es bien respetable. Como de un comedor estudiantil o incluso mejor. Solimos complementarlo con algo que hemos cocinado nosotros.
Todos los martes viene la tienda carcelaria, es decir cigarrillos, cartas de teléfono, huevos, agua embotellada y esas cosas. Todos los miércoles vienen verduras y frutos, todos los jueves el supermercado y todos los viernes el carnicero. No obstante, debes que hacer un plan semanal porque el sábado haces pedido para toda la semana que viene.
La cárcel, como ya lo ha escrito, es una iniciación, un rito de pasaje. Ahora, en qué exactamente te inicia y hacia dónde haces el pasaje…todavía no lo ha comprobado positivamente. Se supone a la disciplina, a la jerarquía, a la astucia y a la injusticia del Mercado. Pero en realidad, esto que realmente se “revela” al iniciado es la profunda relación entre el Poder y el crimen. En cada caso tiene las mismas características que los ritos de pasaje. Digamos, aparte de las novatadas sexuales, en este caso la privación, aparte del colocar tanto los cuerpos de los presos como su calidad en un punto entre la existencia y la inexistencia, la cárcel se caracteriza también por toda una serie de prohibiciones. Tabú. Hace, digamos, diez años, uno podría tragar lejía para suicidarse. La lejía quedó prohibida en la cárcel para siempre. El jefe de guardias tal vez se ha cambiado, se ha cambiado el alcaide, se han cambiado los presos, pero la prohibición sigue. Puede ser que nadie ya sabe porque ha sido prohibida la lejía, pero todos lo consideran totalmente normal. Algo como la ley natural. Y qué importa que hay decenas de maneras, las cuales no voy a contar, de suicidarse. ¡La lejía está prohibida! Esto es sólo uno de las decenas de ejemplos de las prohibiciones absurdas.
Vuelvo a entrar en la celda. Tu celda o más bien el espacio alrededor de tu cama lo puedes decorar como quieras. Los presos suelen colgar alguna sábana o tela como tapicería. De esta manera, en el caso si los tres habitantes de una celda no tienen las mismas opiniones sobre la estética, lo que puedes encontrar es el Hombre Araña frente a frente con Che. Algo que en medio de la confusión televisiva que predomina acá tampoco parece tan extraño. Un preso puso como tapicería una sábana gris con negros ideogramas chinos encima. El resultado lo envidiaría incluso un decorador. El tipo que duerme en la cama enfrente, un griego que no sabe escribir y todo el día se está metiendo drogas psiquiátricas, había colgado una bandera griega, así destruyendo por completo la estética de la celda. Mi celda es miserable porque los carceleros lo habían “desgarrado” todo durante un registro que hicieron buscando a un teléfono móvil. No me ha enterado si lo encontraron. En cada caso, mis compañeros de piso van a salir dentro de poco y no se ocuparon de nuevo por la celda. ¡Y yo quiero irme a una de las enfrente que tienen vista al patio y no a un descubierto como ésta! Vivo en una celda que tiene vista al descubierto. ¡Ni siquiera valdría para ser un personaje de Arkas (5)!Por lo tanto tampoco yo me dedico y la celda queda como celda.
Se me ha olvidado decir que muchos de los presos cuelgan por las paredes cruces e iconos de santos. Alguna vez te puedes confundir y piensas que estás en celda de un monje. Además, para pegar todo eso por las paredes utilizan unas pajitas de plástico fundidas, las cuales cumplen esta tarea perfectamente.
Para ver la tele tienes que ponerte auriculares. Esto se sabe. El servicio penitenciario se lleva las altavoces y tu tienes que ponerte auriculares para oír. El truco es que algunos presos, los que no lo aguantan porque les gusta oír la tele a tope, desmontan los altavoces que se usan para notificaciones y les enchufan a los televisores. ¡El resultado es que la mitad de las notificaciones del servicio ni las oímos!
Para terminar, no sé si me vuelvo pesado, pero me gustaría decir dos o tres cosas sobre la psicología del preso. El preso, en mayoría de los casos, se ha despegado de cualquier comunidad. Mayoría de los veces se trata de algo que en el dialecto carcelario lo llamamos “el trapo”. El preso corriente ve a sí mismo como uno que debe que rendir cuentas frente a los carceleros, se ve como responsable frente a ellos y no entiende que son los carceleros los que deben que rendir cuentas frente nuestro, porque hacen un trabajo tan vergonzoso y, desde luego, lo hacen a costa de nosotros. El preso, por no tener fuera la gente que lo apoye, suele sentir la cárcel como su propia cosa, los carceleros como sus hermanos mayores y al oficial de guardias como su padre. Al sí mismo se ve como a un niño travieso que a pesar de todas sus travesuras se le merece también un poco de amor. En otras palabras, posee un moral de cachorro. Es capaz de chivatear si le dan cuatro cartas de teléfono o un poquito de tabaco. Puede hacerlo incluso sin que le den un objeto de intercambio y eso por su corrompido sentido de cumplir un deber.
La cárcel no es sólo un almacén de almas. Es un almacén de suspiros. Mientras haya cárceles, la humanidad es una escoria.
05/10/2013
Acabó de leer “Los carceleros” de Korovesis (6).Pues, me ha asustado por las torturas que se hacía entonces. Yo me he pillado sólo una paliza, patadas y esas cosas. Esto no significa que las torturas fueran abolidas. Muchos presos que están aquí lo pueden confirmar. En cada caso, lo interesante es que, si excluyeras la violencia física, todo el discurso durante los interrogatorios por los casos políticos sigue siendo el mismo. Es tremendo que todavía están utilizando el mismo vocabulario y dichos.
7/10/2012
La frase que uno puede oír más frecuentemente aquí es: “¡Estoy dentro injustamente!” Lo justo y lo injusto son, naturalmente, cosas relativas. De todos modos, los argumentos utilizados por los presos no aguantan a la crítica ninguna. Ni siquiera me convencen a mi que estoy bien dispuesto a ser convencido. Además, cada preso considera que él mismo está injustamente dentro pero al mismo tiempo lo encuentra justo que se queden aquí todos los demás.
El hecho es si los jueces, en los marcos de su educación, se quedarían un mes en la cárcel, no “meterían” luego los años de encierro como si se tratase de un simple resolver ecuaciones de contabilidad. Se darían cuenta que en la cárcel están personas y no números. Personas reales, con cuerpo y alma. Que sienten la desesperación del encierro en su propio pellejo. Todo momento. Todos los años.
Sin embargo, los jueces tienen un moral del verdugo. Sepultan personas vivas y destruyen familias, creyéndose que ejercen su oficio. Cobran sus sueldos, compran la comida, se la comen y ¡no se sienten como caníbales!
08/10/2012
Hoy, durante mi paseo mañanero por el patio, he visto unos pajaritos que hacían su nido en el alambre de púas que hay por encima del muro. “¡Qué contradicción dialéctica!” me vino a la mente. El símbolo de la libertad encontró su refugio en el símbolo de la privación de esta primera.
09/10/2012
La humanidad está viviendo los momentos más cruciales de toda su historia, mientras que yo estoy en la cárcel y la puntuación de la lucha de clases la aprendo con dos semanas de demora.
10/10/2012
“La cárcel se arruinó. ¡Hoy en día no vale la pena estar aquí, sea que sea lo que hiciste! Antes era diferente…” me ha confiado un tipo de 80 años, de los cuales 45 los pasó en diferentes cárceles. Claro que no he respondido. Solamente me quedé mirándole como si fuera atrapado en el último cuadro de una historieta de Arkas. Un poco más desesperado. Y pensé: todo un presidiario carrerista que se quedó decepcionado por el hecho que el siglo XXI ha arrastrado a cualquier valor que el siglo XX todavía dejó intacto…
12/10/2012
Creo que la cárcel es una continua batalla. Una batalla contra el tiempo. Para que ni un minuto quede perdido. Para que no te priven de nada más. Para que no alteren nada de ti. Lectura, ejercicios gimnásticos, escribir y otra vez lo mismo al revés.
13/10/2012
La convivencia forzada es algo angustioso porque estás exponiendo tu personalidad a la gente la cual, si el destino, la suerte o la Unidad Antiterrorista no lo decidiera así, nunca les hubieras encontrado en un tranvía de trole que anda por la avenida Patision…La única comunidad que puedo crear aquí es la del cigarrillo. Estás sentado. No tienes nada para decir. Solamente te fumas, junto con otros, un cigarrillo. Te socializas mediante del humo. Finalmente, hace dos semanas, he dejado de fumar.
14/10/2012
Un Albanés en el ala al lado puso los canales de TV de Albania. El piloto lo tiene él, pero todos los televisores de alas cercanos pillan el señal. Por lo tanto, mientras que uno está tumbado mirando el porno para no olvidarse como lo hacen los chimpancés, el tipo de repente cambia el canal y pone el fútbol. Toda su vida es porno y fútbol. Pero…esto es lo que la mayoría de la gente hace también fuera. ¡No tenía que entrar en la cárcel! Injustamente dentro ése también…
Notas de traducción:
1. Cesare Lombroso, fue un médico y criminólogo italiano del siglo XIX que desarrolló la teoría del delito como resultado de tendencias innatas, de orden genético, observables en ciertos rasgos físicos o fisonómicos de los “delincuentes”. Se hizo famoso por investigar a los cráneos y cuerpos de lxs anarquistas y publicando en 1894 su estudio “Los anarquistas”.
2. Annita Pania es una presentadora televisiva que invitaba a sus programas los personajes del “mundo artístico”.
3. Un juego de cartas.
4. Iván Pávlov fue un psicólogo ruso, conocido sobre todo por formular (después de experimentar con perros) la llamada ley del reflejo condicional, a base del cual se fundaron las concepciones del conductismo y de la reflexología, es decir las escuelas de psicología centradas en la interacción entre el comportamiento y el ambiente.
5. Probablemente uno de los mejores de los dibujantes de comics griegos. Aquí se refiere a una serie de historietas suyas llamada “El preso de cadena perpetua”.
6. El libro es un relato autobiográfico y trata del período de la Junta (1967-1974). El autor, Periklis Korovesis, ha sido combatiente de la Izquierda, encarcelado y luego exiliado por sus actividades.