La noche del pasado 1 de noviembre, se llevaron a cabo de forma coordinada los siguientes ataques en Barcelona:
Se rompen las lunas de 1 sucursal bancaria en Nou Barris.
Se rompen las lunas de 2 sucursales bancarias en la Sagrera.
Se sella la cerradura y se dejan pintadas en una Oficina de Treball de la Generalitat en Sant Andreu.
Se rompen las lunas de 3 sucursales bancarias en el Coll.
Se rompen las lunas de 2 sucursales bancarias en el Clot.
Se rompen las lunas de 1 sucursal bancaria en el Guinardó.
Reivindicamos esta serie de golpes como un acto consciente, enmarcado en la reciente respuesta social a los graves ataques que desde el Poder se están llevando a cabo contra nuestras condiciones de vida. Al igual que durante la pasada huelga general, volvemos a llevar a las calles el sonido de los cristales rompiéndose con un único mensaje: no aceptaremos democráticamente la dictadura del Capital. Hace tiempo comprendimos algo: así como los grandes sindicatos pactan la derrota colectiva renunciando a su capacidad de movilización, cada unx de nostrxs firma su rendición particular cuando renuncia a hacer uso de su propia fuerza. Hoy como ayer, cualquier lucha que no esté dispuesta a transgredir los límites legales y morales de la protesta permitida, está condenada a fracasar.
Esto es lo que lxs charlatanes institucionalizados, lxs izquierdistxs apoltronados, lo que todxs lxs Cuní, Rahola, Hereu y Gomà han tratado de ocultar ladrando sin parar sobre la “violencia irracional de los antisistema”, llegando al ridículo de afirmar que “los disturbios no tuvieron ninguna vinculación con la Huelga”: nuestra violencia es política.
Los defensores del orden de la injusticia y la miseria esperan que nos manifestemos recorriendo pacíficamente itinerarios marcados desde los despachos de la Generalitat, que desfilemos por el centro tocando tambores y trompetas a modo de “protesta lúdica”, que hagamos huelga UN día y luego corramos de vuelta al curro para hacernos cargo de la faena atrasada, que votemos a uno u otro payaso parlamentario, etc. Cualquier cosa con tal de que no rompamos la paz social y pongamos en peligro los intereses de quienes nos dominan. Esperan que reconozcamos SU legalidad, porque en el fondo eso significa que reconocemos SU legitimidad. Su legitimidad para exprimirnos, acallarnos, o machacarnos según convenga.
Pero eso no va a ocurrir. Ni ahora, ni nunca. No aceptaremos indiferentes el abuso sistematizado. Continuaremos practicando y extendiendo el ataque contra las estructuras y los intereses del Estado y el Capital, sin tener ningún problema moral al respecto, de la misma forma que ellxs no lo tienen cuando nos exprimen bajo condiciones laborales humillantes, nos mandan de una patada a la interminable cola del paro cuando ya no les somos rentables, o nos lanzan a la policía para que nos apaleen, torturen, encierren o deporten.
FIN DEL MIEDO Y LA OBEDIENCIA
LOS DISTURBIOS CONTINUARÁN
Barcelona, noviembre del 2010