La primavera valenciana con amor y rabia

Como ya todxs sabemos en estas dos últimas semanas se han desencadenado una serie de conflictos en la ciudad de Valencia entre maderxs y estudiantes.

Todo comenzó con las protestas de lxs alumnxs del IES Lluís Vives por los recortes en la enseñanza pública. Si bien lxs policías y demás instituciones políticas valencianas no entendían que dicha protesta supusiera un peligro para la paz capitalista –ya vimos como el fenómeno barracón de hace unos años para acá tampoco supuso un enfrentamiento directo- lxs chavalxs del Lluís Vives dieron una lección de desobediencia y justa intransigencia ante lxs policías. Cosa que nos sorprendió a todxs aquellxs que vimos como el 15-M acabó copando los espacios y portadas de la socialdemocracia más progre.

Estudiantes de 15,16 y 17 años imposibilitaron el tráfico de una de las vías de mayor afluencia de la ciudad desatendiendo las órdenes de lxs perrxsi nacionales que como de costumbre acabaron por cargar violentamente contra alumnxs y profesorxs.

Luego llegaron las protestas de estudiantes universitarios y las muestras de solidaridad generalizada con lxs represaliadxs y como respuesta la represión del Estado hacia todo reducto de desobediencia al régimen.Y vino el Lunes y con él, el hálito salvaje de la revuelta.

Estudiantes y demás individuos nos movilizamos hacia el IES Lluís Vives para declararnos en guerra contra lxs policías que reprimieron a lxs compañerxs la semana anterior y enviarles todo nuestro amor rebelde. Allí nos esperaban los antidisturbios con las porras y la pose de mercenarios consolidados por el clamor de lxs civilizadxs. Allí estaban, impidiéndonos el paso para evitar que nos pudiésemos encontrar con lxs compañerxs que se encontraban al otro lado del cerco. Y, a cada atisbo de avance por nuestra parte otro tanto hacían ellxs augurando que el combate estaba próximo. Poco después vinieron los porrazos, las vejaciones, los puñetazos y el rescate de aquellxs que caían presxs ante lxs policías. También tocó correr. Hubo una persecución continua por las calles1 colindantes en dónde cada uno intentábamos reencontrarnos con nuestrxs compañerxs y reagrupar el ataque y la solidaridad contra aquellxs que lxs policías reducían. Mientras, en el suelo, o en portales se retenía a todxs aquellxs que habían opuesto resistencia y habían sido capturadxs, o a cualquiera que hubiese pasado por allí. Poco después nos trasladamos a la comisaria de Zapadores para exigir la libertad de lxs detenidxs de días anteriores dónde continuó el ataque y la respuesta.

La tarde tocaba a su fin y la revuelta nos llevo hasta el símbolo del despotismo urbanita, la faraónica y omnipresente Av/ Blasco Ibañez, dónde se ocupó la facultad de Historia y cortó la calle con algunos contenedores en llamas. En el interior la conspiración seguía.

Pero, como de costumbre el ciudadanismo siempre llega a tiempo para aspirar a canalizar la rabia de aquellxs que consideraron “desmedida” la actuación policial. “Nosotrxs también defendemos la enseñanza de lxs hijxs de policías”. Patético. El ciudadanismo es una las enfermedades sociales más peligrosas a las que estamos acostumbradxs en los Estados Occidentales. Este cúmulo de memeces y creencias abstractas que parlotean sobre el civismo y la participación ciudadana en la democracia son las que nos pretenden convencer que la violencia diaria a la que nos somete el Estado y el Capital no son tales, a lo sumo motivo de indignación, y por ende imponen la mediación entre oprimidxs y opresores.

Si bien este llegó a la cúspide con el pacifismo ghandiano del 15-M, el ciudadanismo es poliforme y está presente en la rutina capitalista. Prueba de ello son lxs honradxs ciudadanxs que nos recuerdan con tono lapidario y conmiserante que debemos transigir las embestidas del Estado e ir más allá de disfrazarse de payaso y repartir flores a lxs policías está mal porque “ellxs también són trabajadorxs que cumplen órdenes y tienen mujer, hijxs e hipoteca”. Todos estos hechos no son casuales si consideramos la premisa de que las estructuras autoritarias que fiscalizan nuestras vidas (Estados, Mercados económicos, familia, religión…) han puesto gran parte de sus esfuerzos para fulminar nuestros sentimientos más bellos de empatía, inocencia y rebeldía hasta conseguir que introyectemos en nuestras pautas de vida (conscientes e inconsciente) el culto a la civilización, la apatía hacia el/la hermanx (humanx\ no-humanx) y la supresión de toda dignidad individual. De esta forma la criminalización es automática desde todos los vértices de la socialdemocracia. Creemos que justo eso es lo que debemos entender; la cronología del control sobre nuestras vidas. Debemos llegar al entendimiento que no hay mediación que valga entre aquellxs que año tras año se arman hasta los dientes y aquellxs que vivimos subyugados. No hay, puesto que no habrá nunca empatía entre quien domina y quien es dominadx.

Así pues, tras el ardor estudiantil que aspiraba a ser un golpe crítico a la apatía social, se han sucedido las operetas callejeras y las vomitivas declaraciones del autoproclamado caudillo de la revuelta estudiantil –Alberto Ordóñez- que “invita al PP a sumarse a las movilizaciones”. Elementos ególatras y autoritarios de esta especie no llegan a abarcar nuestras ansias de rebelión contra lo existente; es más, merecen nuestro ataque más contundente. Por eso, nosotrxs, anarquistas insurrectxs, le declaramos la guerra no sólo al Estado sino a este tipo que pretende gastárselas de vanguardista socialdemócrata.

Le exigimos que desista en su actitud de creerse el centro del universo y ser el apagafuegos oficial de la rabia estudiantil tal y como demostró ayer en la reunión con la delegada de gobierno y como lo hizo el lunes negociando con la policía. De lo contrario daremos respuesta tajante a sus provocaciones.

Hoy esto parece que muere: al menos la insurrección se apaga porque por lo visto siguen las concentraciones. La lucha carece del romanticismo y la rebeldía del Lunes. Las movilizaciones ya no constituyen un peligro. Algunxs creen que manifestarse con libros en la mano suponen algún daño a aquellos que controlan el monopolio de la violencia. Con estrategias de este tipo en la que lxs individuxs se entregan al bucolismo y a la fantasía tenemos la guerra perdida.

Ahora bien, como anarquistas insurreccionalistas debemos seguir aglutinando la rabia, la sana sed de justicia de lxs que respondieron a la violencia policial. Debemos seguir alimentando el descontento, extendiendo la revuelta y difundir un análisis radical del conflicto valenciano. No debemos perder la oportunidad de tensar los ánimos y las emociones de aquellxs que aspiran a ser libres.

Vivir agazapados entre libros y consignas nos convierte en autistas de la ideología, en mastines de la organización proletaria o en su defecto en selectos anarquistas de salón. Es ahora cuando las ideas son puestas a prueba, dónde las teorías se derrumban y nace la práctica y el análisis de la Anarquía: ahora, en las calles valencianas a la lumbre de la tensión permanente.

Lo lamentamos por aquellxs que busquen la fórmula mágica en el 36, en Kropotkin o en Bakunin. La fórmula mágica y el análisis sin mácula no existe; sólo existe en las esferas de la abstracción y la masturbación teórica, pero no en una realidad dinámica que necesita respuestas inmediatas. La insurrección se nutre de las contradicciones y aciertos de aquellxs que luchan. No cesaremos en nuestro ataque, no cederemos, seguiremos luchando con todxs lxs valientes que se han atrevido a romper el cerco de la apatía, ahora, más que nunca, para que la huelga de estudiantes del día 29 rompa la calma del asfalto de la urbe.

Nos despedimos en pie de guerra, aquí, en las avenidas y callejones de la pestilente Valencia, embriagando nuestras noches con el salvaje olor de la revuelta.

Prometemos vencer. Salud a lxs que luchan.

 

Amor e Insurrección.

Grupo Anarquista Amor y Rabia

F.A.I-I.F.A.

___________________

1 En ningún caso nos quejamos ni nos sorprendió la actitud de lxs policías: la actuación de los últimos días no es más que una consecuencia lógica de su existencia

i Sentimos profundamente establecer esa analogía entre nuestrxs hermanxs no humanxs y la policía